LA BIBLIA
Uno de los libros más importantes de la humanidad. Un libro que no vale solo leerlo, sino entenderlo.
El 99% de los hombres de este planeta no sólo no lo ha entendido, sino que, lo ha mal interpretado. Los grandes iluminados bíblicos lo han ilustrado de modo tal, de volverlo siempre más incomprensible.
Ha sido dicho, escrito y trasmitido: “No seréis vosotros a entrar en el Reino de los Cielos si impedís que los otros entren”. Un claro e inequívoco discurso que no tiene comentarios.
Los discursos bíblicos como aquellos del Corán y de tantos otros libros sagrados no menos importantes, escritos por los iluminados contactados de cada época, son clarísimos discursos que pueden ser comprendidos si el hombre, se despoja de su arrogante y presuntuoso orgullo que lo anima, cuando su relativa inteligencia viene en contacto con aquella absoluta, que domina cada cosa caduca, corruptible y mortal.
Los escritos considerados sagrados, no son otra cosa que discursos con marcada metodología, de advertencias y enseñanzas idóneas para hacer progresar a la especie humana y todas las otras cosas animadas e inanimadas que producen la vitalidad y la evolución de esta célula macrocósmica llamada Tierra.
No poner en práctica la sabia laboriosidad de la sabia Ley, que ha sido llevada a los humanos de quién conoce las exigencias derogar del Espíritu Omnicreante Universal, significa ir contra la Ley, y de quién provocare los e inevitables efectos brotados de la causa no ciertamente positiva para una existencia privada de afanes.
Es verdad pues, que los hombres no deberían solo leer, sino entender y practicar el orden de la cual, depende la armonía de las cosas creadas.
Este discurso ha sido por aquellos que han hecho al hombre, a su imagen y semejanza.
¿Sí, queréis o no queréis entender?
¿Es una verdad cómoda o incomoda?
¡El próximo tiempo dará la respuesta!
El Maestro
Un siervo de los siervos de Dios
Santiago el hermano del Señor